Uno de mis juegos favoritos era el de las txapas de refrescos y cervezas. En aquella época de los 60 se vendían en los kioscos, por la vuelta ciclista y el “Tour”, unos cro-mos de ciclistas al igual que ahora ocurre con los futbo-listas y los monstruos de la tele.
Entonces, los niños buscábamos las que no estuvie-ran torcidas y les sacábamos con cuidado los circulitos de corcho y, cuando teníamos tres o cuatro, entonces se recor-taba la cara del ciclista sobre un fondo de papel de plata a veces, con la bandera de su país o hacíamos diseños a cada cual más artístico. La verdad es que las mías eran de las más bonitas, pues ya de pequeño era concienzudo y habi-lidoso manitas, la mayoría simplemente colocaba la foto sobre un emplasto de cera o de galipot duro, otros pocos lo hacían como yo, pero a mí me quedaban preciosas con el papel de celofán o plástico que le ponía por encima y luego daba vueltas a rosca por el otro lado y lo insertaba a presión en la txapa. otros habilidosos les ponían cristal.
En los recreos, hacíamos carreteras en la tierra o aprovechábamos bordillos y pretiles, y acabo de consultar el diccionario, pues pensaba poner “petril”.
La verdad es que era un juego de gran habilidad y además mientras lo hacíamos parecía que estábamos noso-tros mismos, subiendo el Turmalet o protagonizando una escapada.
Como me encantaría que se reeditaran aquellos cro-mos y que hubiera posibilidad de enseñar este juego a niños y niñas.
También existían unos ciclistas de plástico con soporte y con esos, sobre todo, se jugaba en la Concha, Gros y Ondarreta, con grandes circuitos y mucha expec-tación.
De esos conservo todavía un montón y desearía mostrarlos en los colegios, con las reglas que utilizábamos para la carrera, mientras tanto, me sigo haciendo mayor, pero aún me siento pequeño.
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