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viernes, 15 de junio de 2007

LAS MOSCAS


En aquel tiempo, solían caer en mis manos las vidas
de santos, mártires, de romanos y cristianos, y en algunas,
a estos los quemaban atados a cruces o palos o les hacían
crueles torturas y yo, que era de lo más buenico y bien edu-
cao, luego, cuando llegaba el verano a veces estaba jugando
por el corral, y entonces, inspirado en estos relatos, llenaba
de agua el pilón, preparaba unos corchos partidos a lo largo
para hacer barquitos, cogía unos alfileres alcohol y una cerillas,
y me iba en busca de moscas, de esas que nos molestaban tanto,
zumbámdonos en las orejas o atacando en cara y nariz, y en
cuan
to atrapaba alguna alguna, le cortaba las alas y la atra-
vesaba con un alfiler, éste hacía de mástil para un barquito, luego,
ponía unas gotitas de alcohol y le prendìa fuego a esta nave.
A veces tenía varias y así las veía arder a la vez, cada una en su bajel y pensaba triste en aquellos pobres cristianos martirizados.
Como era pequeñito, no pensaba en otros seres porque aún no había
leido nada sobre la inquisición santa ni sobre las mil torturas de esta
santa institución.

En cambio, al pie de la parra, que nos daba sombra y uvas, había un pequeño hormiguero y yo las veia en fila, las hormiguitas, dirigiéndose
a la casa, y otras que volvian ya, con sus miguitas de pan, provisión para el invierno, y las imaginaba audaces, hogareñas, hacendosas, tenaces, a estas nunca les hice yo nadad y siguieron viviendo tranquilas.Yo les dejaba miguitas, y estudiaba sus trayectos.
Aquello de las moscas... tenía cinco o seis años.
Ahora, el otro día vi una abeja atrapada en el cuarto trastero y la introduje en un bote de cristal con cuidado y la llevé hasta un ventanuco para que se pusiera a salvo.
Esos recuerdos me vienen, de aquellos días de verano y vacaciones, en tudela, cuando mi hermanica aún era muy pequeñica y mi hermanico no sé si había nacido ya. Y como solía estar bastantes ratos con la yaya Juanita en la cocina, y por el corral, acompañándola o cogiendo un poco de leña para la cocina, ella me cantaba, para que no hiciera travesuras, alguna canción como así. "El diablo, es tan travieso, con el rabo tieso, ha roto un farol, y las mojas gritando le dicen; ¡ Pare usted, por Dios, pare usted, por Dios!", o si no, me decía eso de que el diablo, cuando no sabe qué hacer, mata moscas con el rabo.

jueves, 19 de abril de 2007

Las espadas


Las espadas

(recitado)

Mi tío Carmelo era un maestro enjuto con bigotillo

Al uso, que ponía una bata gris, en llegando a las es-

Cuelas, pues eso era lo obligado si se queria enseñar, y a

Veces me llevaba en Vespa, de paquete, ¡ qué ilusión!

Y además, era carpintero y tenía en casa un taller,

con la mesa de trabajo, los estantes de barniz y colas, di-

ferentes cajas de clavos, y con una cristalera y una puerta

que daba al corral.

Entonces, con pedazos de embalajes, me hizo alguna

Vez una espada, alguna como la Tizona, y como las de los

Cruzados y también alguna daga cual del Rríncipe Valiente.

Yo entonces era un cagao, y todo me daba miedo, y así me

llamaba mi abuelo; "El valiente Robaperas", con cariño

familiar.

Después aprendí yo solo a hacerlas, con la sierra,

Con la lija, y después las llevaba al cinto y me sentia un "soldao".

También me construía barquitos y otros juguetes, y

En aquel taller tenía todo un mundo de ilusión y habi-}

lidades.

Las espadas nos atraían más a los niños del colegio

Después de escuchar las hazañas que realizaran Viriato y

Pelayo, Rescevinto, Chindasvint y Wamba, también el

Cid Campeador, y entonces yo ceía que Franco había exis-

tido siempre, rodeado de visigodos y también con los roma-

nos, pues en las clases de historia todo aquello era fervor y

Franco era el salvador y todo era un mundo de miedo y

Oscurantismo infantil, nos habalaban de demonios rojos que

Venían con mazas a romper España y a quemar las iglesisas,

Venían con cuernos y rabo, desde Rusia, donde eran malos.

Qué maltratos nos hacían, y que miedo nos metían,

los señores engominados, con colonia, yugo y flechas. Pero

mi tío era normal, tan solo un maestro al uso.

viernes, 30 de marzo de 2007

El tirachinas

EL TIRACHINAS

Había un muchacho que venía a veces por la tienda, cuando nos llegaban muebles, para ayudarnos un poco. Y le cantábamos mis primicias y yo, cosas que allí en Tudela, mi pueblo eran un poco bruticas: "Vicente, culo caliente, morcilla gorda, sube a la torre , toca el tambor..."

Una vez, que yo debía tener unos siete años, me regaló un tirachinas, de lo mejor que yo viera, pintado de verde y rojo.

No me gustaba, como a otros, tirar contra gatos ni pajaricos, pero, con otro compinche, solíamos ir al paseo "El Prao", donde al oscurecer, cuando nos daban permiso hasta la cena, soliamos esperar a que vinieran las parejicas que solían buscar lugares a partados, a las orillas del Ebro y entonces, nos soliamos acercar, creo que fue sólo dos o tres veces, pero no para espiarles, sino porque pensábamos que querían estar tranquilos y por eso, sacábamos los tirachinas y apuntabamos a las farolas más cercanas, para que así, a oscuras, tuvieran más intimidad. Yo por lo menos,acerté a dos farolas a la primera.

Luego nos íbamos a cenar tan contentos. Yo, como no leía los periódicos, no me enteré que en "La Voz de la Ribera" salia un artículo denunciando unos actos de vandalismo en la ciudad, en la zona paseo "El Prao" , que sabían en casa era el lugar donde solíamos jugar los amiguetes.

Por eso, una noche, al volver de una correría pro intimidad parejil, estaban todos muy serios y recuerdo sus caras cuando me preguntaron si había roto algún farol, y alguna reprimenda que llevé, que no fue mucha, pues sino, la recordaría, cuando les dije, llorando, que sí.

Ahora me extraño de haber hecho esto, pues mis mayores siempre me enseñaron a ser bueno y formal, pero es que me junté con unos que eran de lo más salvaje; o iban con los mocos colgando y se frotaban la manga, o te pedían la merienda i si no se la dabas, te los frotaban a ti, o saltaban paredes de huertos para merendar con higos, o entraban al oscuraño, lugar infecto y con ratas, cloaca del río Queiles, que ahora está todo tapao, y salían llenos de mierda, pues por allí iban las heces y así demostraban ufanos, tan ufanos cual marranos, su bravura y valentía, ante toda la pandilla.

No sé si fue en esta ocasión, o en alguna otra travesura, que me quedé sin comer, a la fresca, en el balcón que daba al corral, me quedé allí, sentadico y como estaba un poco hambriento, abrí la alacena donde se guardaba el pan duro para las gallinas, y cogí unos cachicos que me fui comiendo, saboreando poquico a poco, y se me antojaban bizcochos , de lo bien que me supieron, y me vieron desde la cocina, y les hizo mucha gracia.

Eran lolo Pepe y la yaya juanita, abuelos maternos que tuve yo allí y recuerdo con dicha cuando algunas noches me ponían una camita plegable en su habitación y yo me sentía tan querido y dormía como un lirón y antes la yaya cantaba: "Vámonos a la cama, vámonos a dormir, tú llevrás la manta, yo llevaré el candil...", y yo les daba el beso de buenas noches y les quería muchísimo, y era feliz allí... a media noche, a veces despertaba, y se oía en la calle los cascos de algún caballo con su dueño, que venian de la mejana con el carro lleno de verduras... el tic-tac del reloj que despertaba a mi abuelo para ir a la azucarera, y , como le gustaba que le diera un besito cuando se había afeitado. Habían pasado una guerra, lo habían pasado muy mal, y despúes las cosas pequeñas, eran goce sin igual.

También me cantaba la yaya Juanita "Vámonos juntos del brazo, hasta la próxima aldea, que todo el mundo nos vea, como marido y mujer " , y me cogía del brazo, y nos níbamos a pasear.

También recuerdo que a veces, cuando cerraban la tienda, y ya después de comer, solíamos entrar alborozados, mis dos primicias y yo, a tumbarnos en los colchones, y así los probábamos todos, o, si no, era en el corral, donde con los embalajes, nos hacíamos una casita y nos traían la merienda cual si fuera nuestro hogar, y jugábamos a cromos, o a princesas y sildados... y a veces nos daban permiso, para ir a buscar morera para los gusanos de seda que guardábamos en una cajica, y les veíamos transformarse y hacer hermosos capullos...


domingo, 25 de marzo de 2007

La infancia tudelana.

LA INFANCIA TUDELANA

(recitado)

De mis primerosrecuerdos es el perrito salchicha que mi prima me enseñaba para distraerme un rato, cuando estuve muy malito, con el culito irritado. Luego mi abuela, sentada, me coló una lavativa, y en eso que llegó el doctor, con corbata y traje bueno, salieron mis proyectiles y le dieron en el pecho y le dejaron manchado de pura mierda infantil.

Otro recuerdo, agradable, es el sonido nocturno de unos cascos de caballo y el ruido de un carro viejo, lleno de borraja y cardos, volviendo de la mejana.

Yo jugaba en el corral, con una tortuga lista, que jugaba al escondite cuando yo la iba a buscar. Daba el pan a las gallinas y me construía espadas, hacía en la carpintería. Recuerdo un arco con flechas, un arco bueno y carcaj. Y con estas buenas armas, me perdía en un desván, donde guardaban los muebles que tenían para vender... y allí pasaba las horas, luchando contra los griegos, romanos y filisteos, o liberando princesas, de las manos de los turcos, a causa de los tebeos que cían en mis manos y de las vidas de santos, de las vidas ejemplares de la editorial"Novaro", que era lo que mandaba Franco que se les diera a los niños. Estaba triste mi abuelo porque perdiera su bando, y porque buenos amigos, acabaron contra un muro. Mi abuela me cantaba mucho, pa comer, pa ir a la cama. Y en las vigas de un desván, aparecio una espingarda, una maza, un cuhillo y la cimitarra, que se dejó algún almohade, huyendo camino al sur. En septiembre buenas uvas, que colgaban de la para que trepaba y daba sombra, y a las orillas del Ebro estaba el paseo del "Prao" donde en verano se hacían las funciones de "Guignol".

Se llamaba "Ciriaca" , la que hacía las delicias de los gourmets infantiles con sidral y regaliz de palo y pastillas de "leche de burra", que vendia en su carrito... las chufas los altramuces, las pipas de girasol.

En la plaza de mi pueblo, y en las fiestas de Santa Ana, se corre la "revoltosa", dándole vueltas al kiosco, mientras subidos en él, tocando los de la banda, lento primero, y despues, poco a poco, acelerando, se llega hasta el paroxismo, se pierden las alpargatas, se hace una nube de polvo, y todos van de la mano, todos menos los muy viejos, que ya no pueden correr y recuerdan con nostalgia los disfrutes de su antaño. Todos para un lado, y luego, al otro, ¡qué diversión!

Tudela tiene algunas callejuelas estrechas que tocas sus paredes brazos en cruz, tiene patios interiores de árabes decoraciones, y también la juderia tiene el barrio herrerías que es donde yo más jugaba con una "Goiti-bera", nos lanzabamos calle abajo, las chicas, jugando a cormos y los niños a "cruzados" . Las niñas a cocinillas, los niños a indios mohicanos.

Para el juego de la guerra, nos hacíamos dos bandos, prepárabamos espadas y arcos, escudos, flechas y lanzas. Cada uno en su cuartel y luego venga a atizarnos. Y si uno era prisionero, se le ataba bien al palo, se cortaban los cordones, y con sutancia marrón, que dejaban los caballos, se le untaba por la cara, con un palo bien pringado.

Los olores de la escuela es otro de los recuerdos que conservo con amor, el olor a lapiceros, tinta, a la goma de borrar, las bolsitas con merienda, ¡qué recuerdos vive Dios! Castigado en la pizarra, copiando quinientas veces o con los brazios en cruz; los reglazos en la mano, frotábamos con ajo, los cantos de "cara al sol, las pelotillas de moco... que había bajo los pupitres, con la lluvia en los cristales, y con las botas "gorila", con la bolsa de canicas, de barro de hueso, de acero y utras de vivos colores, ésas eran de cristal.

Y soñe unas navidades que llegaban lo Reyes magos y dejaban en la ventana un caballo de cartón, un fuerte con muchos vaqueros e indios de a caballo y de a pie.

Y yo escuche a sus camellos y sentí que aquel salón se llenaba de la magia que dejara su presencia, y tuve aquellos regalos y creí que era de verdad, y como fue tan bonito todo aquello que sentí, que no hay otra monarquia que merezca mi respeto.

jueves, 22 de marzo de 2007

QUERIDOS LECTORES


QUERID@S LECTORES/AS

Me dirijo así a vosotr@s, pues me imagino que si tomáis este libro en vuestras manos, para disfrutar un poco de su lectura, es que sois personas sensibles y curiosas, y entonces os puedo tratar con cierto aprecio y deciros que aquí no vais a encontrar ninguna joya literaria, pero eso si, pequeños retazos de mi vida escritos con sincero afán contaros cosas que me ocurrieron en algunos momentos cruciales de mi vida, cosas que no tendran nada de asombroso pero que me dejaron recuerdos imborrables. También alguna de mis opiniones sobre la vida en general, quiero decir la que nos hacen llevar desde pequeñ@s, sobre la energía, la educación, el trabajo, los amores,algunas historias de viajes, anécdotas más bien, de correrias.

Y tambien digo "querid@s" porque espero que ninguno de esos seres que yo considero mis enemigos, desearán en absoluto leer estas andanzas; y aunque lo hicieran, no llegarían a vislumbrar todo lo auténtico, hermoso y sincero que hay en mis escritos.

Os deseo salud y suerte y que cada un@, en la medida de lo posible, seáis felices, séais buen@s, que no calléis, cuando podáis, las injusticias, que luchéis por la paz, la ecologia y aunque seáis de no importa que religion, o libertari@s, comprendáis a l@s que, aún siguiendo las leyes morales de la acracia y somos de pueblos, naciones sin estado luchamos de forma pacifíca, exponiendo nuestras alternativas a este mundo de vil explotación, capitalismo y guerras que intentan aniquilar las esperanzas e ilusiones puestas en nuestra condición humana.

Roger de Muskaria

Que los caminos se abran

a tu encuentro,

que el sol brille templado

sobre tu rostro,

que la luvia caiga suave

sobre los campos,

que el viento sople siempre

a tu espalda,

y que hasta el dia que

volvamos a encontrarnos

dios nos tenga en la palma

de su mano.

Con esta bendición irlandesa, que traspasa el sentido estricto de las religiones, para llevar a los seres queridos un deseo de paz y armonía, empiezo este cuaderno, con el afán de haceros pasar un buen rato y dejar algo de mí en vuestro recuerdo. Con todo mi amor y mis imperfecciones.

QUERID@S LECTORES/AS


Me dirijo así a vosotr@s, pues me imagino que si tomáis este libro en vuestras manos, para disfrutar un poco de su lectura, es que sois personas sensibles y curiosas, y entonces os puedo tratar con cierto aprecio y deciros que aquí no vais a encontrar ninguna joya literaria, pero eso si, pequeños retazos de mi vida escritos con sincero afán contaros cosas que me ocurrieron en algunos momentos cruciales de mi vida, cosas que no tendran nada de asombroso pero que me dejaron recuerdos imborrables. También alguna de mis opiniones sobre la vida en general, quiero decir la que nos hacen llevar desde pequeñ@s, sobre la energía, la educación, el trabajo, los amores,algunas historias de viajes, anécdotas más bien, de correrias.

Y tambien digo "querid@s" porque espero que ninguno de esos seres que yo considero mis enemigos, desearán en absoluto leer estas andanzas; y aunque lo hicieran, no llegarían a vislumbrar todo lo auténtico, hermoso y sincero que hay en mis escritos.

Os deseo salud y suerte y que cada un@, en la medida de lo posible, seáis felices, séais buen@s, que no calléis, cuando podáis, las injusticias, que luchéis por la paz, la ecologia y aunque seáis de no importa que religion, o libertari@s, comprendáis a l@s que, aún siguiendo las leyes morales de la acracia y somos de pueblos, naciones sin estado luchamos de forma pacifíca, exponiendo nuestras alternativas a este mundo de vil explotación, capitalismo y guerras que intentan aniquilar las esperanzas e ilusiones puestas en nuestra condición humana.

Roger de Muskaria

Que los caminos se abran

a tu encuentro,

que el sol brille templado

sobre tu rostro,

que la luvia caiga suave

sobre los campos,

que el viento sople siempre

a tu espalda,

y que hasta el dia que

volvamos a encontrarnos

dios nos tenga en la palma


de su mano.


Con esta bendición irlandesa, que traspasa el sentido estricto de las religiones, para llevar a los seres queridos un deseo de paz y armonía, empiezo este cuaderno, con el afán de haceros pasar un buen rato y dejar algo de mí en vuestro recuerdo. Con todo mi amor y mis imperfecciones.


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