LA INFANCIA TUDELANA
(recitado)
De mis primerosrecuerdos es el perrito salchicha que mi prima me enseñaba para distraerme un rato, cuando estuve muy malito, con el culito irritado. Luego mi abuela, sentada, me coló una lavativa, y en eso que llegó el doctor, con corbata y traje bueno, salieron mis proyectiles y le dieron en el pecho y le dejaron manchado de pura mierda infantil.
Otro recuerdo, agradable, es el sonido nocturno de unos cascos de caballo y el ruido de un carro viejo, lleno de borraja y cardos, volviendo de la mejana.
Yo jugaba en el corral, con una tortuga lista, que jugaba al escondite cuando yo la iba a buscar. Daba el pan a las gallinas y me construía espadas, hacía en la carpintería. Recuerdo un arco con flechas, un arco bueno y carcaj. Y con estas buenas armas, me perdía en un desván, donde guardaban los muebles que tenían para vender... y allí pasaba las horas, luchando contra los griegos, romanos y filisteos, o liberando princesas, de las manos de los turcos, a causa de los tebeos que cían en mis manos y de las vidas de santos, de las vidas ejemplares de la editorial"Novaro", que era lo que mandaba Franco que se les diera a los niños. Estaba triste mi abuelo porque perdiera su bando, y porque buenos amigos, acabaron contra un muro. Mi abuela me cantaba mucho, pa comer, pa ir a la cama. Y en las vigas de un desván, aparecio una espingarda, una maza, un cuhillo y la cimitarra, que se dejó algún almohade, huyendo camino al sur. En septiembre buenas uvas, que colgaban de la para que trepaba y daba sombra, y a las orillas del Ebro estaba el paseo del "Prao" donde en verano se hacían las funciones de "Guignol".
Se llamaba "Ciriaca" , la que hacía las delicias de los gourmets infantiles con sidral y regaliz de palo y pastillas de "leche de burra", que vendia en su carrito... las chufas los altramuces, las pipas de girasol.
En la plaza de mi pueblo, y en las fiestas de Santa Ana, se corre la "revoltosa", dándole vueltas al kiosco, mientras subidos en él, tocando los de la banda, lento primero, y despues, poco a poco, acelerando, se llega hasta el paroxismo, se pierden las alpargatas, se hace una nube de polvo, y todos van de la mano, todos menos los muy viejos, que ya no pueden correr y recuerdan con nostalgia los disfrutes de su antaño. Todos para un lado, y luego, al otro, ¡qué diversión!
Tudela tiene algunas callejuelas estrechas que tocas sus paredes brazos en cruz, tiene patios interiores de árabes decoraciones, y también la juderia tiene el barrio herrerías que es donde yo más jugaba con una "Goiti-bera", nos lanzabamos calle abajo, las chicas, jugando a cormos y los niños a "cruzados" . Las niñas a cocinillas, los niños a indios mohicanos.
Para el juego de la guerra, nos hacíamos dos bandos, prepárabamos espadas y arcos, escudos, flechas y lanzas. Cada uno en su cuartel y luego venga a atizarnos. Y si uno era prisionero, se le ataba bien al palo, se cortaban los cordones, y con sutancia marrón, que dejaban los caballos, se le untaba por la cara, con un palo bien pringado.
Los olores de la escuela es otro de los recuerdos que conservo con amor, el olor a lapiceros, tinta, a la goma de borrar, las bolsitas con merienda, ¡qué recuerdos vive Dios! Castigado en la pizarra, copiando quinientas veces o con los brazios en cruz; los reglazos en la mano, frotábamos con ajo, los cantos de "cara al sol, las pelotillas de moco... que había bajo los pupitres, con la lluvia en los cristales, y con las botas "gorila", con la bolsa de canicas, de barro de hueso, de acero y utras de vivos colores, ésas eran de cristal.
Y soñe unas navidades que llegaban lo Reyes magos y dejaban en la ventana un caballo de cartón, un fuerte con muchos vaqueros e indios de a caballo y de a pie.
Y yo escuche a sus camellos y sentí que aquel salón se llenaba de la magia que dejara su presencia, y tuve aquellos regalos y creí que era de verdad, y como fue tan bonito todo aquello que sentí, que no hay otra monarquia que merezca mi respeto.